Grito Monumental: River derrotó 2-1 a Boca y se quedó con el superclásico del Torneo Apertura
- Minuto Digital Neuquen
- 28 abr
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Con un golazo de Mastantuono y un tanto de Driussi, el Millonario se impuso frente a su máximo rival frente a un estadio colmado.

El fútbol no siempre es justo pero esta vez fue merecido premio para este River que no es una maravilla ni mucho menos pero que le alcanzó con su voracidad ofensiva y su actitud ganadora para imponerse ante un Boca apático, apichonado y con un más que polémico planteo de Gago: se sintió inferior desde antes de jugar y no se la jugó cuando el partido lo exigía. El ejemplo más claro fue el cambio de lateral por lateral (Saracchi por Blanco) faltando cuatro minutos para el final.

Pasan los años, pasan los jugadores pero la intensidad para atacar made in Gallardo perdura inalterable en el tiempo. Aunque esa intensidad a veces se confunda con vértigo y el equipo choque más de lo que juegue, River va. Siempre va. Y así arrancó el superclásico. Salió a pasar por arriba a un Boca timorato, tibio... muy defensivo.

Ante el planteo mezquino de Gago, un 5-4-1 para tratar de no perder (Palacios se movió más como volante que delantero), Gallardo le opuso un ataque incesante, con Montiel y Acuña subiendo por las bandas para obligar a Belmonte y a Zenón a ensancharse y cubrir los costados. Colidio fijaba a Advíncula y a Battaglia. Mastantuono, del otro lado, a Costa y Blanco. Driussi flotaba por adentro. Galoppo buscaba atacar el espacio por dentro y Castaño oficiaba de lanzador. El problema es que había dominio geográfico, táctico y emocional pero faltaba mayor juego asociado, profundidad y finalización.
El golazo de Mastantuono de tiro libre rompió con ese bloque bajo xeneize pero no rompió con lo que era hasta ahí el desarrollo del partido. El error de Pezzella le regaló a Boca un empate que parecía que no iba a poder encontrar por mérito propio.

Centro perfecto de Acuña para que Driussi cabeceara solo en el área. Los cinco defensores, bien gracias.
Si Boca emparejó el dominio de la posesión en el inicio del segundo tiempo fue más por una actitud un poco más conservadora de River, que con el 2-1 parcial le bajó un cambio al ritmo frenético de los primeros 45 minutos.
Mastantuono se perdió el tercero cuando tuvo tiempo y espacio para definir cómo y dónde quisiera.

Gago mantuvo el dibujo táctico en todo el complemento, salvo en el descuento final. Quedará la duda de por qué sostuvo la línea de cinco atrás cuando el partido pedía arriesgar más.
A River, con actitud para pelear y también para jugar, en definitiva con esas ganas de ganar, le alcanzó para quedarse con el superclásico y dar un golpe anímico. Se acomodó en la tabla, ante su gente que esperaba un triunfo de esta dimensión, y dejó a Boca ahora presionado para ganar el torneo Apertura, ya sin Copa y sin Súper, dos objetivos importantes este año. La pelota ahora la tienen Gago y Cía. River, mientras, ríe y goza.

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